miércoles, 9 de diciembre de 2009

Una vida de altibajos sobre polvo de ladrillo

Desde el momento que agarró una raqueta por primera vez, a los cuatro años en el C. A. Temperley, fue evidente que el mejor tenis de Gastón Gaudio aparecía cuando jugaba en las canchas más típicas para los argentinos: las de polvo de ladrillo. Sobre esa superficie, en la que supo desarrollar una gran técnica y explotar al máximo su revés a una mano, vivió los más importantes momentos de su carrera, como la victoria en la final de Roland Garros en 2004 y sus otros siete títulos como profesional; pero también experimentó grandes decepciones, que lo llevaron a cuestionar su continuidad en el tenis.

Nacido un día como hoy, el 9 de diciembre de 1978, el Gato inició su carrera profesional en 1996 y en 2002 obtuvo sus dos primeros títulos al coronarse sobre el polvo de ladrillo de Barcelona y de Mallorca. Gastón comenzaba a transitar su camino hacia el Abierto francés. El 2003 fue un año de emociones encontradas para Gaudio. Por un lado, logró meterse entre los primeros 20 del ranking, pero también vivió un momento muy duro al perder claramente sus dos partidos de semifinales de Copa Davis frente a Juan Carlos Ferrero y Carlos Moya.

El 2004 fue, sin dudas, el año más importante de su carrera. En los primeros meses de la temporada no tuvo grandes actuaciones, todavía golpeado por las fuertes críticas que había recibido por su actuación en la Davis 2003. Por eso, cuando en junio llegó a París para disputar el segundo Grand Slam del año, nadie lo contaba entre los favoritos. Sin embargo, el Gato sorprendió, dejó en el camino a Guillermo Cañas, Jiri Novak, Thomaz Enqvist, Igor Andreev, Lleyton Hewitt y David Nalbandian, y contra todos los pronósticos alcanzó la final, en la que enfrentó a Guillermo Coria, número tres del mundo.



En ese partido, el más memorable de su vida tenística, tuvo que remontar una desventaja de 2-0 en sets y salvar dos match points del santafesino; pero a base de coraje y fuerza consiguió dar vuelta el resultado -el marcador final fue 0-6, 3-6, 6-4, 6-1 y 8-6- y transformarse en el tercer argentino en ganar un torneo grande, luego de Guillermo Vilas y Gabriela Sabatini. "Pensaba que iba a hacer el papelón más grande en la final de Roland Garros. El miedo ya no pasaba por el partido, sino por no pasar vergüenza. Me decía: No puede ser que esté jugando la final y no pueda disfrutarla. Se va a terminar esto y nunca más voy a poder estar acá. Eso era lo que me preocupaba", comentó luego del match.

Después del título logrado en Francia, siguió sumando buenas actuaciones y subiendo posiciones en el ranking, hasta llegar a ocupar el quinto puesto en mayo de 2005 (ese año se coronó en Kitzbuhel, Gstaad, Estoril, Buenos Aires y Viña del Mar). Esto lo llevó a participar de los Masters Cup '04 y '05. En la segunda mitad de la temporada 2006, Gastón no pudo alcanzar su mejor nivel y comenzó a tener problemas de confianza y concentración. Frases como “¡Quá mal la estoy pasando!”, “Soy un fracasado” y “Toda la vida jugando al tenis y no mejoré ni un poco” se transformaron en discursos repetidos por Gaudio durante los partidos, que demostraban como se sentía el jugador dentro de las canchas. “Soy un tipo muy negativo, demasiado autoexigente, hipersensible. Y todas esas cosas hacen que el tenis sea para mí siempre dolor y sufrimiento”, confesó alguna vez.

Tras dos años en los que estuvo cerca de retirarse y dejó de aparecer en el ranking de la ATP, y 16 meses sin victorias, Gaudio -aquel que según los expertos era una de las raquetas con más talento del panorama internacional- volvió a ganar un partido en enero de 2009 en el Challenger de Iquique (Chile), en el que llegó a cuartos de final. Unos meses más tarde, en abril, se quedó con el trofeo del Challenger de Tunisia y en la segunda mitad del año logró buenos papeles en distintas etapas de la Copa Petrobras. Así, el Gato comenzó su recuperación y volvió a figurar entre los 200 primeros del ranking (hoy está 167), a fuerza de voluntad, trabajo y dedicación.Pero lo más importante, volvió a disfrutar del tenis como lo hacía a los cuatro años, cuando agarró su primera raqueta en el C. A. Temperley.

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