Fue una de las peores caídas en la historia del tenis argentino en la Copa Davis. Muchos factores confluyeron para perder aquella serie, que no sólo dejó una dolorosa derrota, sino el descenso a la Zona Americana.
En la primera rueda del Grupo Mundial 1985, Argentina había perdido en condición de local, claramente, ante Ecuador por 4 a 1, con un Andrés Gómez brillante confirmando su número 5 del ranking mundial. A partir del viernes 4 de octubre, el equipo nacional recibió a la Unión Soviética, en una época en la que los tenistas de ese país no jugaban habitualmente en el circuito. Quizás por eso no se conocía exactamente el poderío de algunos de sus integrantes.
El Buenos Aires fue la sede del choque, que se abrió con Martín Jaite enfrentando a Andrei Chesnokov. Las diferencias del ranking fueron diametralmente opuestas a lo que ocurrió en la cancha. El local ostentaba el número 20 del escalafón, mientras que su rival estaba 196º; pero este dio una cátedra de tenis ante un desconocido Jaite, que nunca encontró las respuestas para perder por 6-0, 6-4 y 6-2.
Luego del retiro de Guillermo Vilas del equipo de Copa Davis, el liderazgo cayó naturalmente en José Luis Clerc, sin dudas el hombre con más experiencia de todos los que tomaron parte de aquella serie de hace 25 años. Batata saltó a la cancha luego de la caída de su compatriota y, con autoridad, se llevó el primer set por 6-4 ante Aleksandr Zverev (367º).
La lluvia se hizo presente y debió suspenderse para el sábado. Allí volvieron los viejos fantasmas de Clerc en la Davis. Errático, sin poder pegarle a la pelota, irritado e irritable, pareció un barco a la deriva. Luego de batallar casi cuatro horas, pudo imponerse por 6-4, 2-6, 6-3, 3-6 y 7-5 para mantener viva la esperanza.
Superada la cantidad de games reglamentarios para el sábado, el dobles se postergó para el domingo y allí el dilema argentino de (casi) siempre: ¿Cómo formar la pareja? El capitán Gerardo Wolterboer optó por poner a Clerc y Jaite, por peso de nombres, pero no por tener características de doblistas. Con más ganas que tenis, luego de perder el primer set, los argentinos se recuperaron y se quedaron con el segundo, pero no había mucho más que ofrecer. La mayor coordinación de Zverev-Leoniuk fue mucho más para alzarse con el triunfo por 6-4, 1-6, 6-2 y 6-2.
La serie prosiguió el lunes, y con un Jaite sediento de revancha desde la primera pelota. Con su habitual despliegue, pero sin poder soltar del todo el brazo por los nervios, logró una valiosa victoria ante Aleksandr Zverev por 6-4, 3-6, 6-2 y 6-2.
"Listo, ya pasó lo peor", pensaron todos. Había sido una serie sufrida, demasiado peleada en función de los que se pensaba en la previa, pero la categoría de José Luis Clerc ante el inexperto Chesnokov inclinaría la balanza. Y el inicio del partido fue claramente en esa dirección, con un Batata dominante con su derecha y con un servicio punzante, que se llevó los dos primeros parciales por 6-2 y 6-1. Una chance que Clerc esperó por mucho tiempo, la de una victoria decisiva para reconciliarse definitivamente con su público.
Pero su mente volvió a jugarle en contra, al mismo tiempo que Chesnokov crecía por los errores de su rival. El ruso, sin hacer grandes cosas, ganó el tercero 6-2 y el cuarto 6-4. Incertidumbre, dudas y un estadio callado eran el marco de situación cuando las autoridades decidieron, por falta de luz, aplazar el quinto y definitivo set para el martes a las 11 de la mañana.
Al día siguiente, Chesnokov volvió igual y Clerc, lamentablemente, también. Sin respuestas, ausente y hasta discutiendo durante largos minutos por un foot fault que le cobraron, vio como el partido se le iba escurriendo de las manos. El casi solitario festejo del ruso (héroe indiscutido de la interminable serie de cinco días) al ganar por 6-2 el parcial final fue una de las imágenes que quedaron para siempre, junto al llanto inconsolable de Clerc, que meses más tarde anunció su retiro de la actividad.
Sin dudas, aquella derrota fue uno de los factores que lo empujaron a tan temprana decisión, con apenas 26 años. Argentina descendió a la Zona Americana, desde donde -con la capitanía de Tito Vázquez- comenzaría a formarse el equipo de la nueva generación, con apellidos como De La Peña, Miniussi, Frana, Pérez Roldán y Mancini, que volverían a llevar a nuestro país a la elite del tenis mundial.
Foto: Revista El Gráfico - Edición del 15 de octubre de 1985
Por algo le dicen BATATA...
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