jueves, 16 de septiembre de 2010

Historias de la Davis: La renuncia que hizo perder más que una serie

Clerc de vacaciones en Chile, y una clara postal de su negativa a la Copa Davis



Por Eduardo Bolaños, para Cuarenta-Cero

En diversas ocasiones, para desarrollar un hecho puntual, hay que remitirse inexorablemente al pasado. Este axioma se aplica plenamente para recordar los hechos que se produjeron en la serie de Copa Davis entre Argentina y Francia, en marzo de 1982.

La historia ya tenía algunos (tristes) capítulos anteriores. El primero en septiembre de 1980, en ocasión de las semifinales ante Checoslovaquia en Buenos Aires. Una inoportuna solicitada firmada por mucha gente ligada al tenis en contra de Vilas y Clerc fue determinante debilitar, claramente, el ánimo de éste último y para crear un clima adverso en el equipo.

El año 1981, fue una temporada plagada de turbulencias, con su ápice en la lejana ciudad rumana de Timisoara. Ante un débil conjunto local, Argentina triunfó en medio de una atmósfera caótica como equipo, con enfrentamientos por doquier: Clerc – Vilas, Cano – Vilas y el más grave, Clerc y el capitán Graetz. Luego se llegó a la histórica final, donde Mc Enroe y compañía postergaron el sueño de campeón.

No había dudas que al comenzar 1982, nuestro país y Estados Unidos eran los mejores equipos del planeta. De no suceder nada extraño, ambos desandarían el camino para encontrarse en una final que, como marca el reglamento de la localía alternada, sería en Buenos Aires.

El sorteo determinó que teníamos que recibir a Francia en la primera rueda. Ellos tenían una buena escuadra, pero a la que le sería casi imposible vencer en el Buenos Aires a Vilas y Clerc. A 10 días del inicio, el martes 23 de febrero, una noticia conmocionó el ambiente deportivo en general y tenístico en particular: Clerc había decidido renunciar a la Copa Davis.

Lo comunicó desde Chile, donde terminaba sus vacaciones al tiempo que hacía la pretemporada para encarar un 1982 que lo encontraba en el mejor momento de su carrera, como número 4 del mundo. Las razones de la renuncia fueron que quería dedicarse de lleno al circuito y que la Davis le restaba posibilidades.

Esa decisión pareció hacer retroceder el reloj de nuestra historia en la Copa, ya que Vilas y Cano dejaron sus problemas de lado y se unieron en duros entrenamientos, para poder darle la victoria a Argentina, tal como lo hicieran en gran parte de la década del `70.

El viernes 5 de marzo de 1982, el Buenos Aires estuvo repleto como en cada partido de Guillermo Vilas. Su enorme imagen de ídolo se había agrandado aún más por la ausencia de Clerc. Abrió la serie con un partido extraordinario ante Yannick Noah, un fantástico tenista que al año siguiente se quedaría con el título de Roland Garros. Fueron cinco horas vibrantes al rayo del sol que dejaron la victoria del argentino por 6-1 4-6 7-5 3-6 7-5 y una postal indeleble para todos los tiempos, una foto que es un poster de tenis, que todos alguna vez hemos visto: Vilas de rodillas, casi tocando el polvo de ladrillo, con sus brazos abiertos (ya sin raqueta, presumiblemente por los aires) y mirada en el cielo, mientras por detrás, el público comienza a levantarse enfervorizado de sus sillas.

A continuación, quizás por los nervios o por las ganas de demostrar que él podía ocupar ese lugar, Ricardo Cano se vio absolutamente desbordado por el joven Thierry Tulasne, que lo doblegó por 6-1 6-3 6- 2. El match de dobles traía consigo una gran paridad, porque Vilas – Cano se conocían sobradamente y Noah – Pascal Portés, también. Sin embargo, los dos capitanes alteraron la formación: Gilles Moreton suplantó a Portés y, de manera inentendible, Alejandro Ganzábal hizo lo propio con Cano. Apenas unos pocos entrenamientos había unido a Vilas y Ganzábal, por eso no extrañó la derrota por 6-8 6-3 6-2 6-4.

Con toda la rabia por lo que sucedía fuera de la cancha, Guillermo Vilas dio, en el primer partido del domingo, una de las exhibiciones más grandes que se le recuerden en Buenos Aires. Una clase magistral para superar a Tulasne por 6-1 6-0 6-1. Quedaba la quimera de esperar el milagro de Cano ante Noah.

La Davis se ha nutrido (y lo sigue haciendo) de historias dramáticas y de resultados en contra de la lógica. Ricardo Cano hizo un gran encuentro, cambiando su imagen del viernes, pero no le alcanzó para sacarle siquiera un set al fantástico Noah. Fue victoria por 8-6 6-1 8-6, que sepultó definitivamente nuestras esperanzas.

Se pasó de ser finalistas, apenas tres meses atrás, a tener que jugar el repechaje ante Alemania por no descender. Es imposible hacer una hipótesis sobre algo que no pasó, pero la sola presencia de Clerc en ese match hubiera cambiado las cosas y, quizás, hubiese permitido que la ensaladera ya estuviese en las vitrinas del tenis argentino.

Foto de archivo: Revista "El Gráfico", edición 3256 (02/03/1982).

1 comentario:

  1. Qué cosa la Davis, ehh... Pero ya se dará.

    Saludos, Eduardo, gran nota.

    Sergio Barbieri

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